La entrada de hoy será corta, con palabras duras, pero intensas.
Hoy os hablo sobre ese sentimiento tan capullo, la esperanza.
Qué es para vosotros? Qué significa? Para mí es una especie de sinónimo, lo mismo que decir que la ostia que me voy a meter va a ser el doble de grande de lo que yo creía en un principio, y perdonad la palabra... Pero es que para ésta sí que no encuentro sinónimo, tiene que ser esa: ostia. No me sirve golpe, ni cacharrazo, solamente ostia... Ostia ostia ostia y ostia de las de verdad.
El miércoles día 22 cogimos un avión hacia Madrid, con la gran ilusión de que por fin nuestra Mercediñas vendría para casa definitivamente. El plan era intentar traerla por carretera, y ya teníamos asumido que iba a ser muy complicado que aguantase todo el viaje sin romper. Pero era nuestra prueba de fuego, la forma de saber si el motor estaba para aguantar todo el verano o deberíamos aprovechar para cambiarlo ahora durante el invierno.
Salimos desde Mocejón, en Toledo, y nos dio un pequeño susto ya en Getafe, pero se recuperó y aguantó como una campeona.
De noche no aguantábamos el frío y decidimos parar a dormir cerquita de Segovia. Al día siguiente encendió bien, le costó un poquito porque no le gusta dormir fuera a la intemperie, jeje. Pero encendió.
Ahí es cuando llegó ese jodido sentimiento, la esperanza. Comenzamos a pensar y hacernos ilusiones con dar llegado a casa con ella.
El motor iba bien, cogía velocidad (llaneando y cuesta abajo, para arriba ya era otro tema), ya no llevábamos frío... Todo era perfecto.
Pero en Medina del Campo paró. No era un problema de motor, Jorge dice que fue la transmisión, que "gripó el grupo". Yo no tengo ni idea de esto, así que no os puedo dar una segunda opinión.
Este fue el final de nuestra historia, donde perdimos las esperanzas y nos metimos la "ostia" (y donde llamamos a la grúa...).
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